Cipriano Isidrón Torres, más conocido como “Chanito Isidrón” fue un poeta repentista cubano nacido en 1903.
Su poesía era irónica y muy jocosa. Fue de esos poetas que ponían a gozar todo el guateque con sus chispeante verborrea.
Cuentan que una vez, allá por la década de los ochenta, Chano fue asignado junto a otros artistas a una actividad cultural que se llevaría a cabo en una de las famosas becas que aún hoy pululan por toda Cuba. Los jóvenes allí albergados- como cualquier joven de aquella época - veían el punto guajiro como un símbolo de lo arcaico y lo ridículo, así que el encuentro no auguraba buenos frutos, pero tan comprometido estaba “Chanito” a asistir, como los alumnos de la escuela a permanecer de pie ante la plataforma hasta que terminara la función.
Aquel día fueron presentándose uno a uno los artistas hasta que le llegó el turno a la controversia guajira.
Chano y su contrincante subieron dignamente al escenario y allí empezaron a lanzarse décimas al son del laúd y las claves. Aún conscientes de que ambos eran el objeto de las burlas que ya se escuchaban desde el auditorio; se esforzaban por dar lo mejor de si mismos.
De pronto irrumpió en el aire el clásico sonido de una trompetilla, una bien sonada y aguda. Era la protesta grosera de alguien descontento e ignorante que confundido entre la muchedumbre intentó ser el gracioso de la tarde. El vulgar sonido provocó más risas y abucheos.
El delgado y elegante poeta de la risa no se amilanó. Colocado de frente a todo el grupo, con la frente bien alta y el pecho erguido les improvisó la siguiente décima:
Cuando yo estaba en las Villas
Una yegüita montaba – y
Cada vez que la pinchaba
Se tiraba trompetillas.
Dio hijos como semillas
En eso no tuvo tregua
Por eso cuando a la legua
Una trompetilla siento
Me vienen al pensamiento
Los hijos de aquella yegua
Genial ¿no?