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SERENATA PARA UNA SIRENA DE RÍO

Su belleza iba más allá del lujo que pudieran permitirse mis ojos.

Brillaba bajo la luna, espectral y misteriosa; inocente y atractiva. Sentí que no era real, que aquella imagen solo existía en mi solitario delirio... sin embargo rogué al cielo que si lo fuera. Arranqué las flores sin perderla de vista temiendo despertar y que como la espuma de la cascada se desvaneciera en el aire, pero luego comprendí con dolor que no debía sucumbir ante la visión de un sueño febril... y bajé la mirada. Al levantar la cabeza vi que aún estaba allí. Entonces supe que me esperaba.

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